sábado, 10 de abril de 2010

EL MARISCAL TITO Y SU ESPOSA JIOVANKA

Después de danzar toda la mañana por diferentes partes de la ciudad revisando las obras que tenía a mi cargo, llegué a la oficina a continuar con mi trabajo. Entonces la secretaria encargada de la recepción me dijo: El Jefe dejó este mensaje para usted: “que por favor a la brevedad posible se reporte a éste número porque necesita que se haga cargo de todo lo necesario para la visita del Mariscal Tito de Yugoslavia al Castillo de Chapultepec”.

Mi primera reacción fue pensar que se trataba de una broma, pero no, era una increíble verdad.

Yo sabía que el Mariscal Josip Broz Tito era el mero mero de Yugoslavia y que durante la segunda guerra mundial había peleado con valentía y éxito contra el ejercito de Hitler. Ahora me estaba enterando que venía invitado a visitar México por el Presidente López Mateos y que había la intención de que se alojara en el histórico Castillo de Chapultepec.

De inmediato me reporté y me enteré de todos los pormenores. El Presidente tenía el deseo de que Tito se alojara junto con su esposa Jiovanka en el Castillo. El último Presidente que vivió en ese histórico lugar fue el Presidente Pascual Ortiz Rubio, llamado popularmente “El Nopalito”. Cuando el vivió ahí (1930) le colocaron en  las rejas una  manta: “AQUÍ VIVE EL PRESIDENTE, PERO EL QUE MANDA VIVE ENFRENTE”; la gente entendía que se trataba del cacique Plutarco Elías Calles.

Me instalé con mi equipo de colaboradores para investigar sobre el Castillo. Los barandales de la antigua escalera principal estaban en mal estado al grado de que algunas de sus partes estaban por desprenderse; El Pintor David Alfaro Siqueiros se encontraba trabajando en uno de sus murales y tenía armados sus andamiajes dando un mal aspecto; el Alcázar y áreas adyacentes, donde se iba a ofrecer una cena de bienvenida estaba expuesta a vientos cruzados que eran muy incómodos, sobre todo si soplaban fuerte a la hora del evento y lo más delicado y significativo era que la calidad del agua ”potable” con que se contaba en el lugar, era inaceptable aún para su uso en el servicio.

Yo me concreté a notificar a quien correspondía mediante un cuidadoso informe respaldado con documentos y testimonios y con fotografías que venían al caso.

Conclusión: Que se reajusten los barandales preservando cuidadosamente su autenticidad; que el Maestro Siqueiros haga el favor de replegarse y que acepte que se le desarme el andamiaje que pueda no necesitar por tres días; que se instalen grandes cristales de características convenientes montados en perfiles de aluminio sin afectar en lo mas mínimo los paramentos de cantera de las fachadas recurriendo para su instalación a la forma mas inteligente para protección de las corrientes del molesto viento. Anticipadamente, se dará aviso a los Institutos de Bellas Artes y de Antropología e Historia solicitando su apoyo y colaboración,  vigilancia y autorización.

Se toma la decisión de que el Mariscal Broz Tito y su esposa no se alojen en el Castillo. En ese lugar, únicamente se les ofrecerá la Cena de Gala. Durante la cena, tomarán parte los  cantantes Lola Beltrán y Pedro Vargas acompañados por un grupo Mariachi para lo que se deberá construir una plataforma flotante por encima de los arriates jardinados que contienen rosales que datan de muchos años atrás. Habrá que armar ese escenario a última hora y desarmarlo inmediatamente después de concluido el evento.


Durante la cena, se ofreció Música de Cámara y a los postres la actuación de los Artistas.



Por lo que a mi respecta, logré imponerme sobre los difíciles y sofisticados elementos que acudieron por parte de Bellas Artes y de Antropología, fue mas difícil lidearlos a ellos que instalar los grandes cristales. Que por cierto, siguen montados en ese lugar.

No obstante que estuve muy estresado pendiente de que se comportara bien el escenario, pues por cuidar los rosales no pudimos reforzar a satisfacción la estructura de su base, cené muy bien, me gustó mucho el repertorio musical espléndidamente interpretado; al término del evento, esperé a que se desmontara la plataforma, comprobé que los rosales no habían sufrido en lo mas mínimo y me fui a descansar alrededor de las tres de la mañana.

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