sábado, 27 de marzo de 2010

DERROTA MUNDIAL

          Aquella noche contra la costumbre, surgió una interesante conversación en torno a la Segunda Guerra Mundial y no tardó en salir a relucir el libro prohibido que fue perseguido y por lo tanto decomisado y escondido de la autoría de un tal Salvador Borrego E.  

Se trataba de una detallada crónica de los impresionantes acontecimientos que sucedieron durante la espantosa guerra (1939 a 1945) pero que tendenciosamente se inclinaba a favor de una de las partes provocando odios y grandes rechazos por parte de los simpatizadores de la otra.

Me obsesioné por tener el libro y me dediqué a buscar al autor. Después de algunas semanas de seguirle la pista me enteré que tenía su habitación, bodega y oficina en un pequeño y muy antiguo departamentito en las calles de Varsovia.

Entré y tomé la vieja y crujiente escalera de madera casi podrida para llegar al tercer piso buscando el departamento 31. A medida que ascendía el espacio se oscurecía mas y mas. Cuando casi llegaba al tercer nivel, me movía a base de llevar los brazos estirados hacia el frente temiendo accidentarme. Así, pude detectar la puerta del famoso departamento y toqué la puerta. Toqué una vez mas y entendí que no había nadie.

De pronto escuché que alguien subía, los escalones rechinaban como cuando yo subí. Temí sorprender y asustar con mi presencia a la persona que se acercaba y me decidí a pronunciar algunas palabras:  A la persona que está subiendo, no se vaya a sorprender por mi presencia, estoy en la oscuridad esperando que me abran.  La persona que se aproximaba no dijo nada, simplemente seguía subiendo.





Sentí que ya estaba arriba, se aproximó a mi y entonces por su voz supe que se trataba de un varón y que llegaba precisamente al departamento 31. Entonces me dijo: A quien busca?  --Busco al señor Salvador Borrego --Para que lo necesita? – Quiero ver si me puede vender un ejemplar de su Derrota Mundial.  En ese momento sentí que estaba junto a mí y escuché como accionaba su llavero para abrir su puerta. Al entrar la luz proveniente de una ventanita de daba a la calle pude ver su figura, se trataba de un anciano enfundado en un abrigo y cubierto con un peculiar sombrero de ala muy amplia.

Giró hacia mi y me dijo: Pase usted y dígame, para que quiere ese libro? –Sabe usted que un amigo me lo prestó lo leí y se lo devolví. Ahora me interesa poseerlo y tenerlo en mi biblioteca personal, me haría usted favor?.......Lo pensó un momento, abrió un mueble parecido a un ropero y me dijo: Aquí lo tiene, son cien pesos.

          Le pagué, le pedí que me lo dedicara, le dí las gracias y me despedí, bajé de la oscuridad a la luz y desde entonces soy dueño de ese histórico ejemplar.

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