sábado, 27 de marzo de 2010

CUANDO DEBUTÉ EN EL CINE

Corría 1948, yo estudiaba tercero de secundaria en el Instituto Oriente de la ciudad de Puebla. Recién iniciadas las clases llegaron dos sombrerudos enviados por Emilio “El Indio” Fernández, solicitaban al Director de la Escuela que permitiera a los componentes de la banda de guerra que colaboraran en la filmación de la película “Enamorada” protagonizada por Pedro Armendáriz y María Félix.

En la Escuela nos dieron permiso y nos trasladaron con todo y tambores y cornetas en un autobús a un punto cercano a Cholula, locación donde se filmaba la película. El fotógrafo era  nada menos que Gabriel Figueroa.

Yo sentí que estaba viviendo mi ingreso al cine, sentí que era un actor en ciernes. Soñé que podría llegar a alternar con bellezas como Miroslava, con Silvia Pinal ó con Elsa Aguirre y además ganar mucho dinero.

En un momento dado, nos saludó muy amablemente Pedro Armendáriz (el Galán), Julio Villarreal (el Hacendado ricachón), y Fernando Fernández (el Padrecito). En contraste, María Félix nos ignoró con su acostumbrada altivez y petulancia.

Nos habían dicho que nuestra participación sería breve y nos llevaría lo que restaba del día,  pero la verdad es que nos pasamos cuatro días al rayo del sol y en la noche en una tienda de campaña muriéndonos de frío. A la hora del corte para comer nos daban una bolsita de papel con un plátano, una pera, un huevo cocido, un bolillo abierto con un  poco de queso y un horrible refresco embotellado que se llamaba Neo Ferro Fosfatado.

Para completar nuestro “éxito artístico”, repetimos cuatro y cinco veces cada una de las tomas en las que por lo regular aparecíamos vestidos con calzón y camisa blanca, enorme sombrero de petate, huaraches, cananas, Mauser y tambor ó corneta, marchando a paso de camino atrás de la caballada y pisando casi descalzos la majada que generaban los condenados animales.



         Cuando después de esos cuatro días dejaron de necesitarnos, nos despedimos de don “Indio” Fernández  y yo aproveché en aclararle: Señor, mucho gusto, está usted servido y por favor para su próxima película no cuente usted conmigo porque he descubierto que no sirvo para artista. 

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